sábado, 16 de enero de 2016

1 año más tarde...

No sé realmente si alguien lee estas cosas, pero me gusta escribirlas, porque así me siento mejor.

Y si alguien está leyendo esto después de un año sin escribir, siento mucho la espera.

~

Había estado dos meses poder montar. Mi madre tiene el coche roto y no me ha podido llevar, así que he tenido que apretar los puños y aguantar hasta hace dos semanas. Un amigo de mi madre nos pudo llevar y yo volvía ha ser la niña pegada a la ventana mientras aparcábamos.

Todo fue muuuy bien. No perdí demasiado la práctica, así que no me costó mucho volver ha hacer todos los ejercicios. El sol ardía en el cielo y quemaba nuestras pieles. Tanto que empecé a verlo todo blanco. A cada parpadeo más y más. Me pesaban los párpados y la cabeza me daba vueltas antes de empezar a galopar. Me estaba mareando.

Bajé del caballo un rato y me puse a la sombra. Estuve ahí un rato, sin apartar la vista de Cien Fuegos, el caballo que estaba montando, que brillaba bajo el sol abrasador como una perla. "No importa como de difícil te lo pongan,— pensé mientras iba a la pista y pisaba el estribo para volver a montar— si realmente amas lo que haces, encontrarás las fuerzas de donde no las hay o las soluciones a tus problemas para seguir a delante." Siempre hay una nueva oportunidad.

Y galopamos, juntos de nuevo, mientras sus crines plateadas acariciaban el cielo, mientras nuestra mirada se perdía en el horizonte en el que imaginábamos volar.